Los ancianos presentan una mayor vulnerabilidad a las enfermedades infecciosas, con diferente espectro de microorganismos, nivel de gravedad y de resultados adversos, con mayor morbimortalidad, prescripción inadecuada, y consumo de recursos hospitalarios y comunitarios.
Dicha vulnerabilidad es debida a:
- La inmunosenescencia, la alta polifar- macia con mayor número de enfermedades crónicas predisponentes (diabetes, EPOC, ICC, ...), la malnutrición, el uso de instrumentación y dispositivos, y de contactos hospitalarios y residencias.
- Frecuente semiología infecciosa atípica, con signos y síntomas menos evidentes que causan retraso diagnóstico
y terapéutico agravando el pronóstico de los más frágiles, con di cultad en obtención e interpretación de exploraciones complementarias (falta de muestras adecuadas, radiología dificultosa, ...)
En la era de las resistencias antibióticas, la valoración de la fragilidad junto a la gravedad clínica y los factores de riesgo de microorganismos resistentes, son los ejes del uso adecuado de antibióticos en el anciano.